dimecres, 20 de febrer del 2013

HOMESCHOOLING, FEMINISMO Y ECONOMÍA DOMÉSTICA

La educación en casa es muy poco conocida y, por ello mismo, muy criticada. Se plantean objeciones de todo tipo, algunas ciertamente inverosímiles que no merecen siquiera la atención de ser rebatidas, como la acusación de ser la causa de un potencial aumento de la tasa de desempleo entre los profesores. Pero hay cuatro objeciones sobre las que voy a detenerme, no sólo porque se presentan recurrentemente sino porque son cuestiones que los propios homeschoolers nos hemos planteado en nuestros inicios.

La primera se refiere a la conciliación de la vida laboral con la vida familiar que, si ya es difícil cuando los hijos son escolarizados, se complica aún más cuando son educados en casa. Existe el mito de que la educación en casa está reservada sólo a unos pocos privilegiados, a familias pudientes que pueden permitirse vivir de un solo sueldo, o contratar a tutores particulares, o pagar innumerables clases extraescolares y acceder a múltiples recursos didácticos. En realidad no educa en casa quien económicamente puede sino quien genuinamente quiere. Y es que educar en casa puede resultar tan caro o tan barato como uno quiera y pueda permitirse. No es necesario contar con grandes lujos, ni tener todo tipo de material didáctico, ni tomar lecciones en las academias más selectas. Pero a la cuestión del dinero se le añade otra quizás más delicada, la del retorno de la madre al hogar como un retroceso en la historia de los derechos de las mujeres.

La segunda objeción se refiere a la capacitación de los padres para educar a sus hijos. Quienes plantean esta objeción, lógicamente, no se han desescolarizado interiormente y se refieren, por tanto, a la educación académica. Nadie duda que los padres sean capaces de educar a sus hijos en valores, o de proporcionarles una nutrición adecuada, pero cuando se trata de asuntos meramente académicos parece necesario contar con un título oficial que acredite nuestra capacitación pedagógica. Por otro lado, es común que los padres que se inician en el homeschooling se pregunten: ¿cómo podré enseñarle aquellas cosas que yo mismo no sé?

La tercera objeción tiene una doble vertiente. De un lado, la hipotética falta socialización entendida como carencia de relación con sus iguales. De otro lado, la falta de socialización entendida como una insuficiente exposición a los valores admitidos como válidos por la comunidad. Es el clásico dilema de la legitimidad de la educación en casa en familias que promueven valores antidemocráticos.

La cuarta objeción no es aplicable a todos los países, pues se refiere a la legalidad de la opción de la no escolarización. Pero incluso en aquellos países en los que sí está contemplada por la ley, se puede objetar que una determinada familia no cumpla exactamente con todos los requisitos exigidos por las autoridades competentes.
Existen muchas otras objeciones y mitos acerca de la educación en casa, pero pienso que estos cuatro son referentes del sentir general de la sociedad y, como dije, incluso muchas familias educadoras en casa se hicieron estas mismas preguntas.


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