La educación en
casa es muy poco conocida y, por ello mismo, muy criticada. Se plantean
objeciones de todo tipo, algunas ciertamente inverosímiles que no merecen
siquiera la atención de ser rebatidas, como la acusación de ser la causa de un
potencial aumento de la tasa de desempleo entre los profesores. Pero hay cuatro
objeciones sobre las que voy a detenerme, no sólo porque se presentan
recurrentemente sino porque son cuestiones que los propios homeschoolers nos
hemos planteado en nuestros inicios.
La primera se
refiere a la conciliación de la vida laboral con la vida familiar que, si ya es
difícil cuando los hijos son escolarizados, se complica aún más cuando son
educados en casa. Existe el mito de que la educación en casa está reservada
sólo a unos pocos privilegiados, a familias pudientes que pueden permitirse
vivir de un solo sueldo, o contratar a tutores particulares, o pagar
innumerables clases extraescolares y acceder a múltiples recursos didácticos. En
realidad no educa en casa quien económicamente puede sino quien genuinamente
quiere. Y es que educar en casa puede resultar tan caro o tan barato como uno
quiera y pueda permitirse. No es necesario contar con grandes lujos, ni tener
todo tipo de material didáctico, ni tomar lecciones en las academias más
selectas. Pero a la cuestión del dinero se le añade otra quizás más delicada,
la del retorno de la madre al hogar como un retroceso en la historia de los
derechos de las mujeres.
La segunda
objeción se refiere a la capacitación de los padres para educar a sus hijos.
Quienes plantean esta objeción, lógicamente, no se han desescolarizado
interiormente y se refieren, por tanto, a la educación académica. Nadie duda
que los padres sean capaces de educar a sus hijos en valores, o de
proporcionarles una nutrición adecuada, pero cuando se trata de asuntos
meramente académicos parece necesario contar con un título oficial que acredite
nuestra capacitación pedagógica. Por otro lado, es común que los padres que se
inician en el homeschooling se pregunten: ¿cómo podré enseñarle aquellas cosas
que yo mismo no sé?
La tercera
objeción tiene una doble vertiente. De un lado, la hipotética falta
socialización entendida como carencia de relación con sus iguales. De otro
lado, la falta de socialización entendida como una insuficiente exposición a
los valores admitidos como válidos por la comunidad. Es el clásico dilema de la
legitimidad de la educación en casa en familias que promueven valores
antidemocráticos.
La cuarta objeción
no es aplicable a todos los países, pues se refiere a la legalidad de la opción
de la no escolarización. Pero incluso en aquellos países en los que sí está
contemplada por la ley, se puede objetar que una determinada familia no cumpla
exactamente con todos los requisitos exigidos por las autoridades competentes.
Existen muchas
otras objeciones y mitos acerca de la educación en casa, pero pienso que estos
cuatro son referentes del sentir general de la sociedad y, como dije, incluso
muchas familias educadoras en casa se hicieron estas mismas preguntas.
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